sábado, 7 de agosto de 2010

"Iniesta hizo el epílogo en el avión, de vuelta a España"

'Los silencios del Larguero. Cuando fuimos campeones (Aguilar)' está escrito en forma de diario personal. Más cerca que nunca de sus oyentes, ¿no?

Es que es de lo que se trata, de mantener un contacto lo más cercano posible con ellos. Son muchos años en el mismo dormitorio, o el mismo trabajo, o en el coche, o en el transistor, a la misma hora, el mismo cansancio, parecidas preocupaciones para el día siguiente. Te conviertes en un servidor más de la noche, que, visto así, hace que me sienta útil a la gente, aunque sólo sea para hacerles olvidar tantas preocupaciones.

¿De dónde nació este libro?

Pues no fue una idea mía, fue una proposición del Director de Negocios de Prisa, Ignacio Quintana, que me propuso escribir algo para Aguilar con motivo de los 20 años en El Larguero. Yo no lo tenía claro, porque no veía cuándo ni cómo, aunque imaginaba que tendría que ser de madrugada y en la cocina de mi casa, que es donde me acuno en tablas todas las noches mientras repaso los periódicos del día siguiente... Pensé que no encontraría tiempo ni ganas, pero me movió el aliciente de hacerlo a beneficio de la Fundación El Larguero. Y una noche de abril arranqué. Y ahí está.

Es su tercer libro. ¿Qué lo diferencia de los anteriores, aparte del estilo en qué está escrito?

Es casi una continuación al primero, cuando hice el diario de todo un año. Un año en el que se dio la circunstancia que fuimos líderes de audiencia, y ocurrieron también muchas cosas, que me fueron explotando en el alma cada día... La muerte de Luis Ocaña, aquel Mundial del 94 en Estados Unidos... Este es un diario también, pero en un espacio de tiempo más corto, desde la visita de los Príncipes a la SER en el mes de abril, hasta la final del 11 de julio, cuando fuimos campeones.

¿Se atreverá con la novela?

Lo voy a intentar. De hecho lo intento muchas veces, pero no acabo de arrancar... Seguiré intentándolo, y así hasta mejoraré un poco escribiendo. Espero.

Hay lugar para José Tomás. ¿Cómo vivió su cogida en México?

Con incertidumbre, sobresalto, mucha preocupación al principio. Después, cuando ya fui hablando con él y su padre y su hermano Andrés y Nino, pues más tranquilo.

Mourinho, Nadal, Alonso..., se unen a sus relatos...

Ellos son los grandes personajes y los verdaderos protagonistas de esta gran producción de ilusiones que es el deporte, que como suele repetir Alfredo Relaño, tiene la gran ventaja que siempre trata de éxitos del hombre, y eso garantiza el interés por el argumento y destierra un poco el desánimo. Los personajes del deporte siempre son apasionantes en el terreno de juego, y algunos también fuera.

Luego, llega el Mundial, y relata su día a día...

Yo cogí el Mundial en marcha, porque tuve que hacer unos programas de El Larguero en varias ciudades de España. O sea, que me incorporé después de los primeros partidos, pero me resultó entrañable vivirlo junto a la residencia de los jugadores y, sobre todo, convivir de nuevo con muchos compañeros de esta profesión que hacía mucho tiempo que no veía. Quizá eso haya sido lo más enriquecedor para mí, al margen del éxito de la Selección.

Ya le tocaba a España. ¿Cómo lo vivió?

Creo que tocaba antes. La Selección de Camacho en Corea mereció estar en aquella final, pero no se lo permitieron los intereses de la FIFA en favor de Corea. Y la de Clemente en Estados Unidos, y la de Miguel Muñoz en México, pero... ¡Por fin llegó!

No lo vivió en Sudáfrica. ¿Cómo lo sintió en la distancia?

Fue una sensación extraña. Cuando todos llegaban al aeropuerto de Johannesburgo desde España para ver la final, yo tenía que regresar a Madrid para poder hacer El Larguero con garantías y sin la preocupación del viaje al aeropuerto. Se me hizo duro y hasta un poco deprimente el regreso, pero no dejo de sentirme un privilegiado por haber estado allí.

Tenía que ser Andrés Iniesta... Que escribe, además, el epílogo de su libro.

Sí, y le quedó muy bonito ese epílogo a Andrés, es muy sincero. Lo hizo en el avión la madrugada después del partido cuando volaban hacia España

También hay espacio en su libro para retratar la profesión de periodismo

No soy tan pretencioso. Retratar esta profesión requiere más tiempo y espacio y más calado cultural y de currículum que el que tengo yo. En todo caso sí hay pasajes que pueden dar una idea de lo que es esta profesión en determinados momentos, en algunas ocasiones, y ante determinados personajes.

¿Qué le sorprenderá más a sus lectores de ese retrato íntimo que supone 'Los silencios del Larguero. Cuando fuimos campeones'?

Tampoco trato de sorprender a nadie. En realidad es el zumo de corazón de un periodista antes y durante el Mundial de fútbol. Escrito con la mayor naturalidad y fidelidad al día a día, respetando ciertas confidencialidades, que no me pertenecen, y con el inconveniente del cansancio y la torpeza que supone escribir a las tres de la mañana.

¿Con qué anécdota se quedaría de todas las que narra?

Hay muchas... Desde el encuentro casual y hasta violento de Florentino Pérez con Pellegrini en el Master de Tenis de Madrid, los dos solos en aquella sala antes que comenzase el partido... O la presencia de Mourinho en El Larguero con los alevines del Madrid entre los que estaba Luca, el hijo de Zidane... Pero para mí lo más emocionante fue la mañana en que apareció José Tomas en casa andando por su propio pie.

¿Cree que el deporte español repetirá un julio como el de 2010?

Yo creo que lo mejor siempre está por llegar. Claro que habrá años mejores. Estoy seguro. Vienen generaciones mejores para un país que todos tenemos que hacer mejor.

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