domingo, 22 de noviembre de 2009

La galaxia Navas-Perotti

Jesús Navas cumplió ayer 24 años y, en vez de sentarse a esperar los regalos, obsequió a su afición, que le quiere como un hijo, con otro partido redondo. A Navas, del que se desconoce el tipo de gasolina que usa porque nunca se gasta, le da igual el Heliodoro que el Prater. Para él, cada partido es una fiesta. Más que hambre de fama, lo suyo es puro gusto por el juego. Navas, además, ha encontrado un socio perfecto en Diego Perotti, sobre el que ayer apuntaban los focos. Navas y Perotti tienen pedigrí. De galaxia. Porque el Sevilla ayer alcanzó la excelencia en Tenerife gracias a sus dos extremos purasangres y a su cerebro, Renato, jugador que merecería, en plena madurez, que a Dunga todavía le cayese algún vídeo suyo. Su golazo remató un partido al que sólo Nino le puso picante artificial con el 1-2. El Sevilla fue mucho más. No por deméritos del Tenerife, sino porque es un rival inaccesible para el ochenta por ciento de equipos de la Liga. Jiménez ya sabe que gobierna algo más que una alternativa.

El Tenerife jugó disminuido. Empezar sin Kome y Alfaro, triste en la grada por la prohibición de jugar del club que tiene sus derechos, resultó demasiada ventaja. Román naufragó y sus dos únicos recursos fueron el esforzado Nino, Raúl de la Segunda División muchos años y ejemplo de profesional sacrificado, y Omar, que desprende el mismo aroma de fútbol que los habilidosos Felipe, Juanele o Estebaranz. Aquellos le dieron personalidad al Tenerife de los noventa. Este equipo de Oltra es más austero y aunque mantiene a grandes rasgos el estilo que le llevó a Primera, maneja unos recursos mínimos. Sus opciones fueron un cabezazo de Pablo Sicilia al final de la primera parte que pudo significar el 1-1 y el golazo de Nino, premio a un esfuerzo agónico y baldío.

El Tenerife acabó con un 54 por ciento de posesión, pero es que al Sevilla le sobra el balón por regla general. Lo suyo es recuperar y disparar, visto y no visto. Para el Sevilla tampoco era un partido fácil. Había perdido durante la semana a Palop, Adriano, Dragutinovic, Escudé o Sergio Sánchez. Jiménez no tenía a su intendencia e incluso se vio obligado a tirar de Marc Valiente, debutante de ultimísima hora que pasó bien el trago porque Konko, Squillaci y, especialmente, Fernando Navarro, jugaron a un gran nivel y arroparon el estreno del chico, que acabó con calambres. Aun así, su equipo estuvo bien conectado y Varas, color amarillo, tuvo una reaparición plácida. No hubo intriga en el partido, su desarrollo fue de lo más previsible, pura rutina para los apostantes. Eso ya es costumbre en el Sevilla, fortalecido y ni siquiera lastimado por el virus FIFA, aguantando el pulso que proponen Barcelona y Madrid que juegan la semana que viene. El momento de la dentellada.

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